Año 1, Día 22 – VéldamarLa cámara real en Karvelia olía a hierbas secas y medicinas viejas. El rey Altharion yacía en su lecho, con la respiración entrecortada y la piel perlada de sudor. La princesa Aelyne permanecía a su lado, sosteniendo una copa de metal que brillaba a la luz mortecina de las lámparas.—Padre… —susurró, acercando el vaso a sus labios agrietados—. El médico dice que la dosis aliviará vuestro dolor.El viejo rey apenas asintió, confiado en la devoción de su hija. Bebió sin sospecha, mientras la muchacha sostenía el recipiente con pulso firme. La pócima sabía amarga, y pronto la tos le arrancó un hilo de sangre. Aelyne no apartó la vista.Minutos después, el monarca se desplomó entre almohadones, con los ojos velados. Antes de que expirara, la princesa inclinó su rostro sobre el suyo y susurró en voz clara, lo suficiente para que los presentes escucharan:—Por voluntad del rey Altharion, yo, Aelyne Karvel, seré su heredera legítima. Que el reino sepa su decisión.El
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