No habían pasado ni cinco minutos cuando la puerta se abrió sin avisos ni golpes corteses.Camila se incorporó bruscamente, tratando de cubrirse con las sábanas mientras su corazón se desbocaba de pánico. Alejandro maldijo entre dientes, colocándose protectoramente frente a ella.Gonzalo Álvarez entró primero, seguido inmediatamente por Don Ricardo Montes, el padre de Alejandro. Detrás de ellos venían el doctor familiar de los Montes y un notario público, ambos con expresiones profesionales que no ocultaban completamente su incomodidad.—¿Qué demonios significa esto?—, rugió Alejandro, pero su padre levantó una mano para silenciarlo.—Artículo quince del contrato matrimonial—, anunció Gonzalo, desenrollando un pergamino mientras sus ojos recorrían descaradamente la escena—. La consumación debe ser verificada por testigos calificados inmediatamente después de completarse.Camila se hundió más profundo en las sábanas, sintiendo como si estuviera en una pesadilla. Su cuerpo aún temblaba
Leer más