Mundo ficciónIniciar sesiónLas campanas de la catedral habían dejado de sonar hacía horas, pero Catalina aún podía escuchar su eco retumbando en sus sienes. El vestido de novia—una obra maestra de encaje de Bruselas y perlas cultivadas—pesaba sobre sus hombros como una armadura que nunca había pedido llevar.
Ahora, en la antesala de sus nuevos aposentos, ese vestido estaba siendo desmontado pieza por pieza por manos que no conocía.
Las damas de honor—tres mujeres de la nobleza con rostros pétreos y apellidos antiguos—la habían escoltado desde el salón principal. No hubo conversación amable, no hubo felicitaciones. Solo silencio y el susurro de la tela contra el mármol mientras caminaban por corredores cada vez más alejados de cualquier cosa que Catalina pudiera consi







