Mundo ficciónIniciar sesiónEl reloj de pie en el pasillo marcó las diez de la noche con campanadas que resonaron como sentencias. Camila se detuvo frente a la puerta de la habitación matrimonial, sus dedos descansando sobre el pomo de bronce sin girarlo todavía.
Martes. El primer martes desde que había visto a Alejandro besar a Catalina como si el mundo se estuviera desmoronando a su alrededor.
Se miró en el espejo del pasillo. El camisón de seda color champagne que llevaba puesto había sido elegido cuidadosamente—no para seducir, sino porque era el más caro del armario. Quería que él supiera exactamente cuánto de su dinero estaba gastando en alguien a quien despreciaba. Su cabello caía suelto sobre sus hombros, pero no con el desorden tembloroso de las semanas anteriores. Esta vez estaba cepillado hasta brillar, perfecto, controlado.
Abrió la puerta sin golpear.
Alejandro estaba junto







