Fue una noche absurdamente intranquila. Me sentía, de alguna forma, traicionada. Claro que debía sentirme así: yo le había brindado al Máximo mi vida, le había entregado mi privacidad, mi trabajo, todo lo que yo era, y él solamente me había pagado con mentiras. Justamente eso era lo que el hombre había representado en mi vida: mentiras, mentiras y más mentiras. Incluso estaba segura de que me mentía cuando me decía que me amaba. ¿Cómo podría amarme si me usaba y me manipulaba? No le importó pasar todos esos años a mi lado; eligiendo protegerme lo único que quería era para sí mismo, para el bien de su preciada Cofradía. Y ahí estaba yo, en medio de todo eso, atrapada. No tenía ninguna opción. Tenía que continuar con esa misión porque, de lo contrario, la Cofradía nos mataría a mí y a mi hijo. Me había metido en un laberinto sin salida, sin escapatoria, atrapada entre una red que yo misma había tejido. Había sido tan ingenua, tan patética.Pero luego me regañé a mí misma. ¿Acaso no habí
Leer más