4 meses más tarde—Ese es demasiado rosa —dije, señalando el body con volantes que Lara sostenía como si fuera una obra de arte.—¡Pero es adorable! —replicó, indignada—. Tiene orejitas.—Justamente, ¿Orejitas? No estamos comprando un disfraz de conejo, Lara.—Bianca, esto es ropa de bebé. No hay forma digna de salir de esta tienda —suspiró, colgando la prenda de vuelta mientras yo reía.Llevábamos media hora dando vueltas por aquella boutique pequeña del pueblo, una de esas con decoración minimalista, música suave y precios que daban miedo. Pero el sol entraba por el escaparate con esa calidez de primavera y, por una vez, no nos sentíamos fuera de lugar.Yo no sabía si estaba eligiendo ropa o buscando algo que me hiciera sentir preparada. Nada parecía suficiente, todo me parecía demasiado frágil.—¿Y este? —preguntó Lara, mostrándome un conjunto blanco con dibujos de osos diminutos.Lo tomé entre las manos. Era suave, pequeño, real.—Sí… este sí.Ella sonrió, satisfecha, y seguimos r
Leer más