La espalda de Gavin se tensó al instante ante las palabras de aquella joven loba, como si un escalofrío mortal le recorriera la espina dorsal.—¿Perdió al cachorro?Su voz sonó grave y quebrada, el murmullo de una bestia herida. La chica aferró con fuerza su libro encuadernado en piel, y sus pupilas doradas ardieron con desprecio.—Pues un maldito infeliz la embarazó y al momento siguiente desapareció. Cuando ella colapsó, ese tipo ya se había esfumado.Gavin se quedó paralizado, temblando sin control, incapaz de asimilar la verdad. Rebecca había estado embarazada, esperaba a su cachorro, ¡y nunca se lo dijo!Entonces, un recuerdo lo asaltó: el día en el hospital. Rebecca debía de estar en su revisión prenatal, mientras él acompañaba a otra mujer, a Vivian, a la suya.Él era, precisamente, el maldito infeliz que la estudiante había escupido con tanto desprecio.—Por suerte, ya se fue a Suiza para un proyecto en un instituto de investigación. ¡Ese infeliz no la volverá a ver en su vida!
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