—Señora Anderson, señora Anderson —la menciona Carla con preocupación—. Señora… —Carla observa cómo Alice despierta muy agitada, asustada y perdida—. Señora, ¿está bien? Su frente está muy sudada y la escuché quejarse, ¿le duele algo? —Carla, en su inocencia, no sabe que Alice estaba teniendo el sueño húmedo de su vida. —Yo… —Alice tragó grueso—. Estoy bien. —¿Segura? Está muy agitada, ¿tiene fiebre? ¿Desea que llame al doctor? —pregunta mirándola con preocupación. —No, no, descuida… iré a darme un baño, Carla, no te preocupes, ¿necesitas algo? —Vengo porque el señor Anderson, antes de irse, me pidió despertarla, señora. —¿Se ha ido? —Así es, salió muy temprano y no lo vi nada bien, al parecer no durmió —Alice mira su lado de la cama y todo está en orden, lo cual quiere decir que él no durmió con ella y que claramente todo fue un sueño. —Entiendo… por favor, déjame sola, bajaré en un momento. —Como ordene, señora Anderson, con permiso. Cuando Carla se marcha, Alice alza su sáb
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