Alice llega a la empresa Élite, muy pensativa por la actitud de su esposo cuando Thomas es el centro de la conversación.
—¡Buen día, señora Anderson! —saluda la secretaria de su padre.
—Buen día, ¿mi padre está en su oficina?
—¡Sí! Desde muy temprano está reunido con el empresario Thomas —responde sonriente.
—Thomas… —ella pasa saliva—. Entraré porque debo darle a mi padre una información.
—¿Desea tomar té o café?
—No, gracias —Alice se arma de valor para entrar a la oficina. Evidentemente, están su padre junto a Thomas y muchos papeles sobre el escritorio, además de un esquema de trabajo en el pizarrón.
—Buenos días, lamento interrumpir —la voz de Alice llama la atención de los dos hombres, los cuales se colocan de pie.
—¡Hija mía! —su padre se acerca y le da un gran abrazo. Alice puede ver lo contento que está, hacía tiempo que no lo veía tan animado.
—Padre, me alegra verte tan feliz el día de hoy —le corresponde el abrazo y luego observa cómo se aparta de su lado.
—Y todo gracias a