Samanta Luego de haber oído a varios postulantes y de habernos reído, calificado y bromeado con sus presentaciones, había llegado el turno de Marcos. Me sentía muy nerviosa por él, porque entendía lo importante que era esto: la música era su pasión y quería dedicarse a eso, pero necesitaba el dinero para poder hacerlo, y aquella beca era la oportunidad precisa.Vi cómo Marcos se colocaba de pie y, antes de caminar hacia el escenario, me sonrió. Luego avanzó hasta el centro del salón, subiendo las pequeñas escalerillas y sentándose en una silla.Yo estaba en medio del público, que consistía en unas diez personas más, y desde mi lugar observé cómo el chico frente a mí tomaba su guitarra entre las manos, sonreía y hacía que el escenario se encendiera con una chispa diferente. Él irradiaba seguridad y confianza; su mirada era pacífica y calmada, y no se mostraba para nada nervioso.—Soy Marcos de la Hoz, hoy tocaré una canción muy especial para mí —mencionó con una sonrisa que destellaba
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