MarcosNo dije una palabra en todo el trayecto hacia la comisaría.Sam conducía con la mirada fija al frente y sus nudillos estaban blancos de tanto apretar el volante. Podía ver cómo respiraba entrecortado, intentando mantener la calma, pero cada tanto sus labios temblaban, como si luchara contra el llanto.La adrenalina aún corría por mi sistema, pero poco a poco la realidad inundó el espacio que compartíamos. Robert había vuelto a hacer de las suyas poniendo a Sam en una situación lo bastante incómoda. —¿Estás bien? —pregunté en voz baja. La pregunta era estúpida, pues a simple vista podía responderme sin una palabra, solo con ver su rostro, pero quería llenar el silencio con algo. Sam soltó una risa seca, sin apartar la vista del camino.—No… pero lo estaré —susurró.Asentí, sin insistir en conversar. No quería ser invasivo, mucho menos después de lo que habíamos vivido. Emilia se había quedado con Gloria en la academia, y agradecí en silencio que no tuviera que presenciar nad
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