El viaje hasta la oficina central del Concejo se sintió más largo de lo que realmente era. Las calles empedradas estaban en silencio, como si incluso el viento temiera romper la solemnidad del lugar al que se dirigían. Adrián caminaba al frente, erguido, transmitiendo con su sola presencia autoridad y control, mientras Emili lo seguía con pasos medidos, la cabeza gacha, luchando contra la confusión que carcomía su mente.A su lado, Bastian la vigilaba con el ceño fruncido, claramente preocupado por el temblor casi imperceptible en sus manos. Jackson, en cambio, mantenía la mirada fija hacia adelante, con la mandíbula apretada y los hombros tensos, como si cada paso lo acercara a un destino inevitable que no podía controlar.Al llegar al edificio, dos guardias del Concejo los detuvieron en la entrada. Adrián fue quien habló primero, su voz grave cortando el aire.—Solicitamos audiencia inmediata con el Concejo. El asunto no admite demora.Los guardias intercambiaron una mirada, evaluan
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