29. Aún dormida
Capítulo 29Nora entrecerró los ojos, sintiendo cómo su aliento se aceleraba. No era miedo, ni sumisión: era la mezcla de sorpresa y la sensación de ser reclamada con firmeza, con algo que podía ser intenso, intenso y absoluto.Silas bajó su rostro para rozar su frente contra la de ella, inhalando el aroma que siempre le había parecido inalcanzable, y la besó de nuevo, con más decisión. Esta vez, no había duda, no había juego: estaba reclamando a la mujer que tenía frente a él, su esposa, su propiedad y su deseo al mismo tiempo.—Mía —susurró nuevamente entre besos, sintiendo cómo cada pequeño gesto, cada parpadeo y cada respiración de Nora avivaban esa posesividad que lo consumía.El beso se prolongó, y por un instante, Silas se permitió observarla con detenimiento. Aquella fragilidad que apenas asomaba en Nora lo hizo estremecer: la misma chica que había sido ingenua, confiada, ahora bajo su cuerpo, mostraba una mezcla de fuerza y vulnerabilidad que lo desarmaba y lo excitaba al mis
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