24. Como un abrigo de hielo
Capítulo 24
La terraza estaba bañada por una luz dorada. El sonido lejano de las aves y el aroma a café recién hecho llenaban el aire.
Nora sostenía un vaso de leche fría entre las manos porque no era amante del café como Silas al parecer lo era, mientras Silas, a su lado, pasaba las páginas del periódico con una paciencia meticulosa parecía un hombre de 50 años, pero apenas tenía treinta y dos. Ninguno interrumpía el silencio matinal y pacifico.
El teléfono de Nora comenzó a vibrar sobre la mesa. Ella lo miró de reojo, sin apuro, y con un toque suave lo puso en silencio. Era la quinta llamada esa mañana.
Una sonrisa, apenas curvada en sus labios, se dibujó con un matiz juguetón.
Silas, aparentaba leer el periódico, y nota esa sonrisa juguetona lo que solo lo hacía sonreír a él.
—¿No piensas contestar? —pregunta con tono neutro, pero sus ojos ocultos tras el diario observaban cada gesto de ella.
—Me gusta que se desesperen —respondió ella, casi en un murmullo, con esa calma que le sen