La mansión Mendoza, testigo de secretos y traiciones, acogió el peso de una nueva verdad. El ataque a Elena había reunido a todos bajo su techo, una fortaleza asediada por los fantasmas del pasado. Valeria no se había separado de su madre desde el incidente, una mezcla de preocupación de médica e hija protectora vibrando en cada uno de sus gestos.En la biblioteca, con los pesados estantes de libros como únicos testigos, el ambiente era denso. Marco, con una mirada cargada de responsabilidad, había tomado a Elena aparte minutos antes."Elena, hay algo que debes saber", dijo suavemente, "antes de que hablemos con Valeria. Ella está embarazada. La noticia... todo esto... debe manejarse con cuidado extremo".El rostro de Elena se transfiguró. El miedo y la culpa dieron paso a un destello de pura, abrumadora esperanza. "Un bebé...", musitó, como si la palabra fuera un talismán contra la oscuridad que los envolvía. Asintió, comprendiendo ahora la doble urgencia, la doble vulnerabilidad d
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