La sala del apartamento de Lilian estaba iluminada, con varios dibujos de crayón de Gabriel esparcidos sobre la mesita junto al sofá. El niño, entusiasmado, daba palmadas sobre las hojas de colores vivos, esperando a que Daryl se acercara a mirar.—¡Tío, mira! Este soy yo con Mamá, y este otro soy yo con Aurora. ¿A que está bonito? —exclamó mientras corría hacia Daryl, observándolo con ojos llenos de esperanza.Daryl sonrió con calidez, inclinándose para observar cada trazo.—Es precioso, Gabriel. Dibujas muy bien. Aurora estará encantada cuando lo vea.El rostro de Gabriel se iluminó de inmediato. Asintió con rapidez y salió corriendo hacia la sala para traer otro papel. Lilian, que hasta entonces había permanecido de pie no muy lejos de la puerta, intentaba ocultar el rubor de sus mejillas. Bajó la mirada y caminó hacia la pequeña cocina para servirse un vaso de agua, buscando calmarse.Al poco rato, Gabriel regresó corriendo.—Tío, este es un dibujo de una casa. Cuando sea grande q
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