Capítulo 57A las cinco de la tarde, Hugo estaba de pie frente a él, con el rostro serio, mientras dejaba una carpeta gruesa sobre la mesa. Daryl, que llevaba rato inquieto, enseguida abrió las páginas del informe.—Entonces… ¿este es el motivo? —murmuró Daryl, con voz grave, casi para sí mismo. Sus ojos repasaban cada línea escrita con pulcritud en el informe de Hugo. El juicio de divorcio y la custodia. Al parecer, comenzaría la próxima semana.Hugo asintió lentamente.—Así es, señor. La señorita Lilian lo ha ocultado todo hasta ahora. Ni siquiera pidió ayuda a nadie. Parece que quiere enfrentarlo sola.Daryl soltó un largo suspiro, sus manos se cerraron con fuerza sobre la mesa.—Insensata… —susurró, aunque el reproche iba más hacia sí mismo. Ahora, de repente, todo encajaba: la frialdad de Lilian, su rechazo constante, su rostro cansado, la mirada cargada de peso.—La señorita Lilian es muy obstinada —añadió Hugo con cautela—.
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