Daryl volvió a atraer a Lilian contra su pecho, con fuerza, como si temiera que, al soltarla aunque fuera un segundo, ella pudiera desvanecerse de su lado. Sus brazos firmes temblaban; su ancho torso subía y bajaba con respiraciones desordenadas. Bajó el rostro, luchando por contener aquello que pugnaba con fuerza desde dentro: lágrimas de emoción que casi se derramaban. —Yo… aún no lo creo —su voz sonó ronca, tan sincera, tan frágil detrás de su firmeza. Lilian, envuelta en aquel abrazo, podía sentir la vibración. Por primera vez comprendía que aquel hombre tan fuerte, acostumbrado a mostrarse frío e inquebrantable, guardaba una vulnerabilidad que solo le revelaba a ella. Esbozó una sonrisa suave; su mano subió lentamente hasta el rostro de Daryl, guiándolo para que la mirara. —Daryl —susurró con voz delicada, llena de certeza—. No es un sueño. Hablo en serio, te acepto. Sus miradas se encontraron, buscándose mutuamente, aferrándose en silencio. En los ojos de Lilian había un lev
Leer más