**ÁNGELA**La mañana cae sobre la isla como un suspiro cansado.El cielo todavía tiene ese tono gris que deja la tormenta después del caos, y el aire huele a sal, a humo y a pérdida. Camino despacio, sorteando restos de madera, casquillos, pedazos de un pasado que ya no existe. Mis botas se hunden en la arena húmeda, y cada paso suena como un eco en un cementerio.Frente a mí, el mar respira con fuerza. Las olas arrastran fragmentos ennegrecidos, como si el océano intentara tragarse todo lo que hicimos. A lo lejos, los helicópteros rugen sobre el horizonte, recordándome que esto aún no ha terminado del todo… aunque en el fondo todos sabemos que sí.El equipo trabaja en silencio. Nadie habla, nadie ríe. Recogen pruebas, toman fotos, documentan cada rincón con una precisión que me parece casi cruel. La brisa mueve las cintas amarillas que delimitan la zona, y por un instante, siento que el viento también está de luto.Me detengo; respiro. Observo el horizonte que alguna vez fue un lugar
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