**HENRY**
Camila y yo permanecemos frente a frente.
Ella sigue sentada en la cama, la piel pálida, los ojos cansados… pero hay serenidad en su mirada. Esa calma que no grita, pero que dice más que mil palabras. Una calma que duele porque llega demasiado tarde.
—Tenemos que hablar de lo que dejamos pendiente entre nosotros —digo al fin, rompiendo el silencio que parecía eterno.
Ella asiente despacio, sin sorpresa, como si hubiera estado esperando este momento.
Camino hacia ella y me siento al borde de la cama. No la miro directamente; no sabría por dónde empezar si lo hiciera. El aire es denso, y cada palabra que no decimos pesa más que las que sí.
—Camila —murmuro—, durante todo este tiempo, después de aquella maldita fiesta… pensé que odiaba a Leonardo. Que lo odiaba por haberte arrebatado.
Ella baja la mirada, pero no me interrumpe.
—Henry… —susurra, como si mi nombre doliera.
—Pero no era odio —continúo, tragando saliva—. Era dolor y miedo.
Sus ojos se levantan, profundos, sinceros