Laura bebió un sorbo de café, aún temblando. El sabor amargo y tibio parecían devolverle poco q poco, el control sobre sí misma. Aquel desconocido, no le quitaba la mirada, pero tampoco la incomodaba del todo. —No debería estar aquí —murmuró Laura al fin, mirando hacia la puerta—. Ni siquiera sé cómo llegué.—Lo importante es que se detuvo —respondió él con suavidad—. A veces, cuando uno se siente perdido, lo único que puede hacer es eso, detenerse en vez de huir. Ella lo miró con frustración. Era justo lo que había intentado hacer, huir de la verdad, en vez de enfrentarla. Sin imaginar, quien mientras más lo hiciera, más le dolería. —No sé si puedo volver a casa —susurró.Daniel asintió lentamente.—Puedo acompañarla, si lo desea —dijo—. No tiene que preocuparse, ni temer, solo quiero asegurarme de que llegue bien a su casa.Laura dudó unos segundos. Lo observó en silencio, tratando de ver en sus ojos alguna segunda intención, pero solo encontró sosiego. —Está bien —aceptó con re
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