Laura entró a la habitación donde estaba Marta. Al verla, la rubia intentó sentarse en la cama.
—No te levantes, recuerda lo que dijo el médico. —dijo Laura de forma amable, aunque la seriedad podía notarse en su rostro.
—Laura, yo… quería explicarte lo de…
—No tienes que darme explicaciones de tu vida privada, Marta. Eres una mujer libre para hacer lo que quieras.
—Pero es que…
Antes de que la rubia terminara de hablar, Laura se sentó junto a ella.
—Mejor cuéntame cómo va tu relación con Ignacio. —preguntó con curiosidad.
—Bien, estamos bien. Aunque desde que está a cargo de la empresa no nos hemos visto mucho.
—Pero ayer si lo viste ¿no? —preguntó de forma capciosa.
Marta bajó la mirada, sabía que no tenía una buena coartada, ni un buen argumento para justificarse frente a ella.
—No estuve con Ignacio —murmuró.
Laura frunció el entrecejo, al mismo tiempo que sentía como las manos se le ponían heladas y su corazón comenzaba a latir con fuerza.
—¿Entonces, con quien estuvis