En la mansión Uresti, el silencio de la noche se llenaba solo del sonido de sus respiraciones entrecortadas.Norman rompió el beso con un rugido contenido, girándola de espaldas y acercándola con firmeza a su cuerpo.Viena se quedó rígida por un instante, temblando, el miedo, mezclándose con la excitación que sentía recorrerle cada centímetro de piel.Su corazón latía desbocado, y cada toque de Norman la hacía sentir que estaba a punto de explotar.Él no le dio tiempo a reaccionar: con una furia que parecía desbordar de su interior, le arrancó el vestido, dejándola vulnerablemente expuesta.Viena apenas pudo abrir los ojos, perpleja, mientras la adrenalina recorría su cuerpo como un fuego imparable.Norman la volvió hacia la pared, su pecho rozando la espalda de ella, su respiración caliente y áspera en la nuca.Con una sola mano, deslizaba su ropa interior, su contacto, rozando su trasero, encendiéndola hasta el límite de la cordura.La otra mano fue directa a su centro, y Viena se e
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