—¡Contesta… maldita sea, Mónica! —exclamó Josué con furia, dejando el celular sobre el sofá con un golpe seco.—Te lo dije, Josué —añadió su madre, tomando asiento frente a él—. Esa mujercita no sirve para nada. Mira lo que hizo… A la primera oportunidad, se largó. ¿Y sabes qué? Creo que fue lo mejor.La señora, al ver a su hijo con expresión de derrota, apoyó las manos sobre sus hombros.—Ánimo, hijo. Tú mereces a una mujer que esté a tu altura, no a esa mujerzuela. Que se haya ido fue lo mejor que te pudo suceder. Su única habilidad era ser bonita. En cambio… —la madre pensó un instante—, Cristina. Esa chiquilla, aunque algo torpe, tiene una profesión, un puesto importante en la empresa láctea más grande del país. ¿Y si vuelves a buscarla?—¿De qué hablas, madre? Ella está casada con ese imbécil.—Pero no me acabas de decir que Mónica fue a buscar a ese tipo.Josué guardó silencio y comenzó a analizar la situación.—Qu
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