—Bueno, te puedo decir que ha sido un enorme gusto volver a verte después de tanto tiempo —dijo Cristina mientras caminaba por la vereda junto a Daniel.

—El gusto y el placer han sido míos —respondió él al llegar al paradero donde ella tomaría su taxi—. Me apena que el tiempo haya pasado tan rápido. Creo que aún tenemos muchas cosas pendientes por conversar.

Cristina asintió con una sonrisa.

—Tienes toda la razón. El tiempo ha sido efímero, pero sé que encontraremos un momento para coordinar otro encuentro.

—No pierdo la esperanza de que así sea —contestó él justo cuando un taxi se acercó y ella lo detuvo.

—Bueno, ya me tengo que ir —dijo sonriendo, antes de despedirse con un beso en la mejilla.

Cristina subió al auto con una gran emoción en el pecho; aquel reencuentro, después de tantos años, le había devuelto una sonrisa genuina.

Luego de darle la dirección al conductor, este se puso