Estirando los brazos con una sensación de tranquilidad, Mónica despertó lentamente. La luz del sol se filtraba por las cortinas, bañando su rostro con un brillo cálido. Sonrió.Por primera vez en semanas, había dormido bien.—Qué sueño tan reconfortante —murmuró, sentándose con energía en la cama.Se levantó de un salto, caminó descalza hasta el espejo y, con una sonrisa de satisfacción, se observó—. Muy bien, Mónica, hoy empieza tu día para brillar —se dijo, alzando el mentón con orgullo—. Pero antes... veamos qué hay de nuevo en los medios sobre la pobre estúpida.Con paso ligero, tomó su celular de la mesa de noche y se acomodó en el sofá. Abrió el portal de noticias y comenzó a buscar el nombre de Cristina. Las manos le temblaban de anticipación, los ojos le brillaban con malicia. Sin embargo, lo que vio la dejó inmóvil: no había actualizaciones, ni titulares nuevos, ni comentarios recientes.Todo parecía haberse detenido.—¿Qué…? —frunció
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