En medio de un absoluto silencio, Cristina se quedó de pie. Sus labios no decían nada, pero su rostro lo decía todo.

Los empleados aún la observaban; algunos murmuraban entre ellos, y no era para menos. Después de lo ocurrido, nadie imaginaba ver a Mónica tan pronto.

¿Sería que, así como fue de inesperada la boda, también acontecería un inesperado divorcio?

Para Cristina, estaba más que claro. El gesto de Salvador con Mónica, y la manera en que entre ellos solo había  enemistad, le daban la respuesta: Salvador regresaría con Mónica.

Por lo tanto, Cristina tendría que irse. Lo tenía claro desde el momento en que aceptó ser su esposa. Sin embargo, no pensó que todo ocurriría tan pronto, sobre todo porque aún estaba en medio de su tratamiento y necesitaba el dinero.

Resignada a la idea de que tendría que marcharse sin recibir la cantidad acordada, se dirigió de regreso a su oficina.

Cuando entró al ascensor, no pudo evitar