—¡No me llames así, da asco!Diego retrocedió unos pasos tambaleándose antes de estabilizarse; de repente, sus ojos se enrojecieron.—Te expliqué lo de las fotos de la boda, era falso, ese día te dije que estaba de viaje de negocios.—No tengo nada con Isabela, la considero como una hermana; si no te gusta, no la volveré a ver.—¡Me ocultaste todo! Apenas me enteré de que estabas aquí, tomé un vuelo de diez horas para llegar.—Camila, te lo suplico, no puedes hacerme esto, no lo soportaré.Su voz temblaba, cargada de desesperación.Camila apretó los labios rojos, y un nauseabundo sentimiento se agitó en su pecho.—Diego, todavía te queda algo de vergüenza?Diego se quedó mirándola, desconcertado.—¿Qué pasa?—¿Qué hice mal? Llevamos cinco años juntos, estábamos a punto de casarnos, ¿y de repente me rechazas?Camila lo observaba sin expresión.—El día de la boda, tú sabes lo que hiciste.Los ojos de Diego se abrieron de golpe.—¡Pero me quedé atrapado en el elevador! Si no fuera así, ja
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