Del otro lado del celular reinó un silencio repentino.
Camila no esperó a que dijera algo más y colgó.
—Perdón… por hacerte pasar un mal rato.
—¿No vas a bloquearlo?
Camila se quedó un momento paralizada.
Luciendo completamente sereno, Ramiro dijo:
—Si no dejas esperanzas a un ex, tampoco te dejarás problemas a ti mismo.
Camila no pudo evitar mirarlo.
Tan convincente… ¿tendrá muchos ex?
Pero era Ramiro. Que tanta gente lo admire parecía casi natural.
Camila tomó el teléfono y bloqueó a Diego.
Un leve destello de sonrisa apareció en los ojos de Ramiro.
—Vamos, te llevo al departamento.
Cuando llegaron, Camila descubrió que él vivía justo al lado.
—Aquí conozco mejor el lugar. Te acompaño a comprar algunas cosas para el hogar.
Un gesto tan amable que Camila no tenía razón para negarse.
Tras comprar lo necesario, naturalmente quiso corresponder invitando a Ramiro a cenar.
Ella lo dejó elegir los platillos; él no se hizo de rogar.
Pero cuando los trajeron, todos eran los favoritos de Camil