Capítulo 20
Contando los días, justo era la víspera de la boda de Diego y Camila.

Diego estaba tenso, los labios temblándole, aterrorizado hasta el límite.

—Ca… Camila… —balbuceó.

Camila también sonrió.

—Felicidades.

La palabra que le rasgaron el pecho a Diego como cuchillos ensangrentados.

Temblaba sin cesar. En ese instante comprendió con claridad absoluta:

él mismo había destruido todo, y Camila ya no podía amarlo.

—Diego, vámonos, todavía tenemos que alcanzar el avión —Isabela Ríos tomó de la mano a Diego.

Camila giró para mirar a Isabela.

—Parece que ya no tienes escapatoria.

La calma de Isabela casi se resquebraja.

Camila levantó un poco la comisura de los labios y repitió:

—Felicidades.

Dicho esto, se dio la vuelta y se marchó.

Isabela había decidido hundirse con él; era su elección.

Y elegir implicaba asumir todas las consecuencias.

Camila aceleró el paso, sin querer hacer esperar a Ramiro Vega.

Después de que Diego e Isabela regresaron al país, Camila dejó de prestarles atención, y Silvia
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