Empapada por la lluvia, Camila empezó a sentirse un poco resfriada.Se dejó caer en la cama entre somnolienta y cansada, y cuando despertó ya era por la tarde.Al salir de su habitación, la vio Diego estaba secándole el cabello mojado a Isabela.—Ay, no hace falta, ni te has mojado tanto —dijo Camila, con voz apagada.—Hazme caso, hay que secarlo bien o si te resfrías, la que va a sufrir serás tú —respondió Diego, firme.Camila permaneció quieta, paralizada, y de repente todos los recuerdos del pasado vinieron a su mente.En el primer año de su relación, Diego la había llevado a un concierto que él había esperado durante meses. Camila, que no se sentía bien, se había esforzado por no arruinarle la experiencia.Pero Diego se dio cuenta. A los diez minutos de iniciado el concierto, lo dejó todo para acompañarla al hospital.Después se lamentó por no haber notado antes que estaba incómoda, por haberla hecho sufrir tanto tiempo.Durante los cuatro años siguientes, una tos de Camil
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