Ese día, la familia Herrera celebraba una boda tradicional católica. Curiosamente, ese era exactamente el tipo de ceremonia con el que Raina siempre había soñado.—También hemos preparado un vestido de novia para ti, ¿quieres ponértelo? —preguntó Iván con calma.Ella ya lo había notado: aunque todo eso había comenzado como un error, tanto Iván como toda la familia Herrera habían puesto un cuidado meticuloso en cada detalle.Desde la decoración del salón, las fotografías de la boda, hasta el vestido hecho especialmente para ella, todo era prueba de eso.Iván la llevó al piso de arriba. Allí, una muchacha de aire delicado apareció frente a ellos. Parecía tener diecisiete o dieciocho años, y sus ojos claros, aunque bellos, mostraban un enrojecimiento en los bordes, como si acabara de llorar.—Hermano —dijo la joven, aunque su mirada se fijó intensamente en Raina.Todos sabían que Iván tenía una hermana menor, la princesa de la familia Herrera. Raina nunca la había visto, pero comprendió d

—¿No estás contenta?La breve distracción de Raina fue captada al instante por Iván.Ella pensó en qué responder, mirando a ese hombre extraño y familiar a la vez. Su porte innato irradiaba nobleza. A su lado, cualquiera parecía insuficiente.Y, sin embargo, por error y casualidad, ella estaba ahí, de pie junto a él. No era raro que Fiona la mirara por encima del hombro; incluso ella sentía que esto era demasiado absurdo.Aunque, por suerte, todo esto no era real.Ella apartó la mirada y respiró hondo.—No, no estoy triste. Además, lo que tenemos no es verdadero. Lo que piense tu hermana no me importa.Aunque un sentimiento intenso pareció aparecer en los ojos de Iván, él solo dijo:—Vamos, si no, llegaremos tarde.La ceremonia no fue complicada. Iván no le soltó la mano ni un segundo. Era su manera de darle seguridad. Al fin y al cabo, para Raina, todo lo que ocurría ese día, incluidos los invitados, le era ajeno, salvo por su abuela.—Raina se ve tan bonita… Raina será muy feliz… —No

En el salón de la boda de la familia Silva, los invitados que no murmuraban entre ellos, estaban mirando en sus teléfonos la boda de Iván con Raina.—La familia Herrera realmente ha sido demasiado generosa. ¡Solo esas decoraciones del salón, el vestido de novia y los regalos de boda deben de haber costado millones de dólares!—Eso no es nada, lo más importante es el reconocimiento que la familia Herrera le dio. Esa frase de Hugo, diciendo que para su familia era un honor que Raina se case con Iván, es lo que realmente tiene valor. ¿Alguna niña rica que se casó con un Herrera recibió tal reconocimiento antes? Incluso cuando el hijo mayor de la familia se casó con la hija del hombre más rico del mundo, no la trataron así.—Raina debe ser una de las favoritas de Dios para disfrutar de esa fortuna.—No es solo estar bendecida, también es mérito suyo. Una familia como los Herrera no carece de dinero, lo que buscan es prestigio. Ella es una campeona mundial, y esa gloria no se compra con din

El bullicio del día se desvaneció y la noche se volvió silenciosa.Raina tenía los ojos enrojecidos; aún resonaban en sus oídos las palabras que su abuela le dijo cuando regresó al Hogar de Descanso:—Raina, ahora eres feliz. Te vi casarte, y puedo explicarle las cosas a tu mamá.Ella no quería que su abuela se fuera con esa preocupación, y su abuela tampoco quería que esa hija que tenía en el cielo se quedara con pendientes.Raina nunca supo quién era su padre. Cuando era niña le preguntó a su abuela, y la respuesta fue: “se fue”.Eso fue suficiente para que entendiera que lo importante no era a dónde había ido él, sino que simplemente no existía en la vida de su abuela.Desde ese momento jamás volvió a preguntar, y lo dio por muerto. En su vida solo habían existido dos personas: una madre de la que no tenía recuerdos, y su abuela.—Señora —se escuchó una voz acompañada de golpes en la puerta.Raina se secó rápido las lágrimas y dijo: “pase”. La empleada entró con una bandeja en la qu

Cuando Raina salió del baño, Iván estaba medio recostado en el cabecero de la cama, leyendo. Llevaba unas gafas sin montura que lo hacían verse menos amenazante.Aun así, el corazón de Raina latía tan rápido que parecía fuera de control.Estaba lista para todo, pero entre decidir y hacer hay un trecho. Además, ¿cómo podía ella tomar la iniciativa en algo así?—¿Planeas quedarte ahí parada toda la noche? —Iván alzó apenas la mirada, y sus ojos profundos se clavaron en ella, como viendo a través de su ropa.Raina llevaba el pijama que habían dejado. No era un diseño provocador, pero era de seda y dejaba los hombros al descubierto. Bajó la vista y, sin mirarlo, rodeó la cama para subirse por el otro lado.Aunque su cuerpo era ligero, el colchón blando se hundió un poco por su peso, lo justo para hacer temblar el libro de Iván.Raina se acurrucó en el borde, cubriéndose solo con la orilla de la manta. La cama era tan amplia que entre ambos parecía haber un mar de distancia.Él no dijo nad