—Señor Silva, mi esposa ya lo dejó claro, le ruego que se retire. —Iván, que hasta entonces había permanecido en silencio, por fin habló, mirando cómo Noel sujetaba la mano de Raina.Noel, con sus ojos enrojecidos, lo miró con rabia.—Esto no tiene nada que ver contigo, Iván. Suelta a mi mujer.Dicho esto, intentó apartar la mano de él, pero Raina lo detuvo.—Noel, ahora Iván es mi amado, el hombre con el que compartiré el resto de mi vida. No lo toques.Él se puso pálido. Recordó que una vez, cuando peleó con otros, ella lo había defendido así, diciendo que él era suyo y que nadie podía hacerle daño.Pero … ya no era él a quien defendía. Se sintió como si le arrancaran una parte del alma, quería gritar del dolor.—Raina… —murmuró.—Noel, vete. Con toda esta gente mirándote, conserva un poco de dignidad. —Le advirtió.Los ojos inyectados en sangre de Noel se fijaron en los padres de Iván.—Señor, señora, ustedes lo han visto. Ella es mi asistente y también mi mujer. Hoy les ruego que m
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