—¡Noel!Marta llevaba un sombrero de tul fino y elegante, un conjunto de Chanel y una sonrisa perfectamente calculada. Aunque veía a Noel sujetando a Raina, no mostró la menor incomodidad; al contrario, dijo mientras sonreía:—Ya encontré tu pasaporte, no hace falta molestar más a la señorita Lara... No, me corrijo, debería decir la señora Herrera. Ya no es tu asistente.Mientras decía esto, sus ojos se fijaron en Iván.—¿El señor Herrera y su esposa van de luna de miel? Qué coincidencia, Noel y yo también.Callado, Noel soltó la mano de Raina. Su mirada molesta se clavó en Marta, pero ella, con total naturalidad, lo agarró del brazo, pareciendo una pareja enamorada.—Noel y yo vamos a Sedona. ¿A dónde irán ustedes, señor y señora Herrera?Noel se tensó aún más, y miró a Marta con aún más rabia. Iván y Raina también iban a Sedona, ¿por qué justo ahora Marta insistía en ir allí? ¿Qué pretendía?El matrimonio de ellos era una unión llena de odio. Aunque Marta amaba a Noel, lo odiaba más
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