Alexis miraba a Sienna con una mezcla de sorpresa y desconcierto, como si las palabras que ella había dicho y los pasos que daba no pudieran pertenecerle.Sus cejas se alzaron involuntariamente, incapaz de procesar la magnitud de lo que estaba ocurriendo.La vio bajar con la frente erguida, firme como si en cada movimiento de su cuerpo llevara grabada la dignidad de alguien que se negaba a seguir siendo pisoteada.Casi de inmediato, Margarita se adelantó con ímpetu, cerrándole el paso como un muro frío y severo.Su mirada, cargada de reproche y autoridad, ardía con la furia de una madre ofendida.—¡Sienna! —exclamó con voz temblorosa pero dura—. ¿Cómo te atreves a humillar a tu familia así, delante de todos?Los ojos de Sienna brillaban con una intensidad peligrosa, como dos brasas ardiendo en la oscuridad.Dentro de ella, el resentimiento acumulado durante años hervía con violencia.Esa mujer, Margarita, había jugado con su vida, le había ocultado su verdadero origen, condenándola a
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