66. Entre amigas
Hay abrazos que no curan heridas, pero hacen que duelan menos.Café de medianocheLa noche caía lentamente sobre Milán, derramando luces doradas sobre las calles empedradas.El aire olía a café recién molido, a lluvia lejana y a música que escapaba de algún bar cercano.Valentina caminaba por la vereda con paso tranquilo, el abrigo cerrado hasta el cuello y las manos guardadas en los bolsillos. El cansancio del día pesaba, pero esa noche había algo distinto: una cita sin pretensiones, sin grabadoras ni libretas, solo un encuentro entre amigas.El café estaba en una esquina discreta del barrio antiguo, con una marquesina roja y ventanas empañadas por el vapor del interior. Dentro, las luces eran cálidas, y el murmullo de las conversaciones se mezclaba con el sonido suave de una guitarra acústica.Sofía ya estaba allí, moviendo distraídamente una cucharita dentro de su taza de té. Vestía un suéter azul marino y una bufanda gruesa, con el cabello suelto cayéndole sobre los hombros.Al ve
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