73. El rugido de lo invisible
No siempre necesitas ver al enemigo para saber que está respirando en tu nuca.Hilos que no encajanLa oficina de Valentina estaba envuelta en un silencio inquietante, apenas roto por el golpeteo rítmico de las teclas contra el teclado. Afuera, la ciudad caía en la penumbra; los faroles de la calle pintaban de ámbar las ventanas, mientras el murmullo lejano del tránsito se deslizaba como un eco constante. Ella no lo escuchaba. Estaba concentrada, completamente absorta en los documentos abiertos sobre su escritorio.El monitor mostraba diagramas de empresas, contratos y nombres que había ido recopilando durante semanas. Cientos de líneas que parecían no tener relación entre sí, pero que, vistas con la suficiente atención, formaban un patrón peligroso.-- Vamos, tiene que haber algo aquí... --murmuró para sí misma, entrecerrando los ojos.Pasó las páginas de un informe digital, resaltando fechas, marcando coincidencias. Una sociedad anónima registrada en Suiza. Otra en Milán. Un fondo d
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