El tren privado se detuvo con suavidad, y, al igual que su viaje, su llegada fue discreta. Isabel Villalba fue la única persona que descendió, el vagón vacío resonando en el silencio de la estación. Caminó con paso firme hacia la salida, su maleta en mano, acostumbrada a moverse por su cuenta, pero esta vez todo era diferente. La ciudad parecía un mundo ajeno, y la nueva vida que la esperaba estaba a punto de comenzar.Fuera de la estación, el Sr. García, chofer de los Mercier, esperaba junto al coche, pero, al ser un tren privado, nadie lo había notificado sobre su llegada. Pensaba que Isabel estaría acompañada, por lo que no se percató de que ella había sido la única pasajera.Isabel, al no ver a nadie esperando, optó por caminar hacia el coche. El Sr. García, al verla acercarse, bajó rápidamente y le abrió la puerta con una expresión formal.—Bienvenida, señora Villalba. El Sr. Mercier le espera.Isabel asintió sin decir palabra y se acomodó en el asiento trasero. A través de la ve
Leer más