Isabela repasaba unos documentos en su escritorio cuando Claudia se apareció con una sonrisa cargada de malicia.—Aquí tienes —dijo, dejando un fajo de papeles sobre la mesa—. Revisión de contratos, informes de gastos y, por cierto, Hugo necesita que prepares las presentaciones para la próxima reunión.Isabela alzó la vista, sorprendida por la cantidad.—¿Todo esto… para hoy?—Así es —contestó Claudia con frialdad—. No creo que tengas problema, ¿o sí?Isabela tomó aire, serena.—No, no tengo problema. Lo terminaré.Claudia arqueó una ceja, esperando verla rendirse. Pero a medida que pasaban las horas, la secretaria trabajaba con precisión, avanzando rápido y con un orden que sorprendía a más de uno.Al final de la mañana, no solo había completado las tareas, sino que además retomó el proyecto que Hugo le había confiado.El asistente personal de Hugo, Ramiro, se detuvo frente a la puerta del despacho de Claudia con gesto serio.—Señorita Mercier —dijo con formalidad—, necesito hablar c
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