Despierto con una sensación extraña, una especie de pesadez que no tiene nada que ver con el sueño. Intento moverme, girar un poco para acomodarme, pero algo me lo impide hacerlo. Mi corazón da un salto, y entonces siento un brazo masculino rodeándome, firme y cálido, y una respiración profunda justo detrás de mí. Por un momento, mi mente se queda en blanco. Luego, como si un relámpago atravesara mi memoria, salgo de la nube en la que estoy y recuerdo que no estoy en el ático, y no estoy sola. Me encuentro en la casa de los padres de Alexander. Y el brazo que me retiene es de Alexander.Un extraño torbellino de emociones, como sorpresa, nerviosismo, y una tensión que no podía ignorar, me atraviesa. Cada fibra de mi cuerpo parece alerta, pero a la vez hay un calor que se difunde desde su cercanía y su contacto. Respiro hondo, intentando calmarme, y lentamente trato de darme la vuelta. Quiero despertar a Alexander, necesito romper este momento sin planear, pero él duerme profundamente.
Ler mais