CAPITULO 3: Cautiva (parte 2)

Amaya paseó ansiosa los ojos azules por su nueva prisión, buscaba algo que la ayudara a escapar de su cautiverio. Una puerta daba una inmensa sala de baño y otra a un vestidor. Después de recorrer la habitación, no encontró nada que pudiera utilizar como arma. 

Una de las paredes estaba cubierta por pesadas cortinas de un rojo oscuro, las descorrió y se encontró con un cristal blindado, el cual ocupaba toda la pared. Amanecía y el cielo se teñía de rosa y amarillo. Suspiró y de forma intempestiva las emociones que había mantenido a raya se desbordaron.

Se abrazó a sí misma y un par de lágrimas corrieron por sus mejillas. La sensación de indefensión se apoderó de ella nuevamente. Amaya no tenía familia, pero sí amigos y tal vez no los volvería a ver. 

¿Qué vendría a continuación? ¿La torturarían, o simplemente la matarían? 

Debía ser fuerte y llenarse de valor ante el horrible porvenir. Una y otra vez se repitió que para eso había nacido, para morir dando la batalla contra los vampiros. No tenía por qué sentir miedo, dentro de poco se cubriría de gloria si moría cumpliendo su misión.

Se tumbó en la cama y la imagen de Karan flotó en su mente. Estaría preocupado por ella. Moriría y nunca más lo volvería a ver. Y Tiago, a él lo amaba como un hermano pequeño al cual proteger. Pensó en el resto de sus compañeros. A pesar de que se repetía que tenía que ser valiente, no podía evitar el temor que la embargaba, tampoco la tristeza de pensar que tal vez no volvería a ver a sus amigos. Lloró tanto que, sin darse cuenta, se durmió. 

******************

Despertó sobresaltada, sin saber dónde estaba. 

Poco a poco los recuerdos fueron acudiendo a su mente. Estaba entre las sedosas sábanas de la guarida del vampiro. No había sido un sueño. Se encontraba atrapada en su pesadilla. ¿Cuánto había dormido? Miró el ventanal, del otro lado el sol brillaba muy alto en el cielo. De seguro la tarde estaría llegando a su final. 

Al poco tiempo de haber despertado, la joven sirvienta que le llevó la ropa limpia cuando estuvo en la celda, entró en la habitación y le pidió desde el umbral que la acompañara. 

Amaya la miró evaluando la situación que la mucama le ofrecía: quizás era la oportunidad de escapar. La siguió mientras observaba el sitio por donde caminaban, buscando una posible salida. Atravesaron primero un pasillo alfombrado de puertas cerradas a ambos lados. Este pasillo daba al salón de las hermosas estatuas de ninfas blancas. Allí estaba la puerta y las escaleras por donde llegó la noche anterior y tal vez la salida. Después de atravesarlo, se encontraron con otro salón de piso de mármol claro con un enorme ventanal cuyas cortinas granates permanecían corridas.  

En el medio del salón, una mesa de caoba oscura de unos doce puestos estaba dispuesta para un festín. Sobre la mesa, pescado asado, ensaladas, humeante estofado de carne, pavo, postres con fuerte olor a fresas y chocolate y varias botellas de vino y espumantes tentaron su apetito. 

La cazadora enarcó las cejas, sorprendida. No entendía a qué se debía todo aquello. Pensó que el príncipe la torturaría, que lentamente moriría de hambre y sería el alimento de sus captores. No creyó que aquel ser tuviera la decencia de permitirle comer y menos que la pusiera frente a un banquete.

A menos que esa fuera la tortura.

aroma de los diferentes platillos llegaba a sus fosas nasales y le despertó un hambre que no creyó tener. Indecisa, se sentó delante de la opulenta mesa, pensando en si comer era una buena decisión, pues podrían estar envenenados los alimentos. Pero tenía sed. Mucha sed y estaba además hambrienta. Así que se arriesgó. 

«Mejor morir envenenada que ser devorada por estos seres» pensó.

Se sirvió carne asada y un poco de ensalada. Encontró deliciosa la comida. La joven doncella aguardaba en un rincón por si Amaya necesitaba algo. Mientras comía pensó en ella y en las marcas en sus muñecas. ¿Cuántos sirvientes esclavos más habría en ese lujoso edificio? Deseó poder liberarlos a todos y matar a los vampiros que los mantenían prisioneros, pero para ello tenía que averiguar primero donde dormía el líder de los vampiros e idear un plan de escape. 

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