El silencio entre ellos era denso, casi palpable. Valeria permanecía de pie, con los brazos cruzados sobre el pecho, como si intentara protegerse de lo que estaba por venir. La luz del atardecer se filtraba por los ventanales del ático de Enzo, bañando la estancia con tonos dorados que contrastaban con la tensión que flotaba en el ambiente.—Necesito que me expliques qué está pasando, Enzo —exigió Valeria, su voz firme a pesar del temblor que sentía por dentro—. Y no me vengas con evasivas. Te conozco lo suficiente para saber cuándo me ocultas algo.Enzo suspiró profundamente mientras se pasaba una mano por el cabello. Sus ojos, habitualmente seguros y dominantes, mostraban una vulnerabilidad que Valeria pocas veces había visto.—Siéntate, por favor —pidió él, señalando el sofá.—Prefiero estar de pie.—Como quieras —cedió Enzo, acercándose al mueble bar para servirse un whisky—. ¿Quieres uno?—Lo que quiero son respuestas, no alcohol.<
Leer más