El aeropuerto de Milán Malpensa bullía de actividad cuando Valeria Hidalgo atravesó las puertas de llegadas internacionales. Llevaba gafas de sol oscuras, el cabello recogido en un moño bajo y un abrigo negro que acentuaba su figura sin llamar demasiado la atención. Exactamente lo que necesitaba: pasar inadvertida hasta el momento adecuado.
—Signorina Vega, su coche la espera —anunció el conductor sosteniendo un cartel con su nombre falso.
Valeria esbozó una sonrisa. Elena Vega, su alter ego para esta misión, había nacido el día en que decidió recuperar lo que le pertenecía. Su marca. Su dignidad. Y, aunque se negara a admitirlo incluso ante sí misma, también a Enzo.
Durante el trayecto hacia el hotel, contempló el paisaje milanés con una mezcla de nostalgia y determinación. La última vez que había estado allí, l