Las doce horas se arrastraron como años. Nadie durmió. Carmen preparó café tras café mientras Gabriel monitoreaba constantemente su tablet esperando el mensaje. Daniela revisaba y re-revisaba equipo de grabación, cámaras ocultas, dispositivos de rastreo, como si prepararse meticulosamente pudiera controlar el resultado.Valeria y Enzo se quedaron mayormente en silencio, sentados en el sofá de la sala, sus manos entrelazadas, ninguno queriendo admitir el miedo que los consumía: que el Consorcio mintiera, que Isabella no apareciera, que esto fuera elaborada trampa.A las cinco y cuarenta y tres de la madrugada, el teléfono de Valeria vibró.Todos se pusieron de pie simultáneamente como si hubieran sido electrocutados.El mensaje era simple: Parque del Retiro, entrada Puerta de Alcalá. 6:00 AM. Vengan solo ustedes tres: Señora Costa, Señor Costa, Daniela Ruiz. Más personas = complicaciones. Isabella estará esperando. —C—Quince minutos —dijo Enzo, ya moviéndose hacia la puerta.—Espera. —
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