El backstage era un caos controlado. Modelos semidesnudas corrían de un lado a otro mientras estilistas daban los últimos toques a peinados y maquillajes. Valeria, en medio de todo, mantenía una calma que contrastaba con el torbellino de su interior.
—Cinco minutos, Valeria —anunció su asistente.
Asintió, repasando mentalmente cada detalle. Esta colección era diferente a todo lo que había creado antes. No era solo moda; era su corazón expuesto en tela y color. "Amores Imprevistos", había titulado la colección, aunque en su mente siempre fue "los idiotas que nos enamoran sin pedir permiso".
—¿Estás segura de esto? —preguntó Lucía, ajustando el último vestido en el perchero—. Es bastante... personal.
Valeria sonrió, una mezcla de nervios y determinación.
—Si voy a exponerme, que sea a lo grande.
Las luces del salón se atenuaron. El murmullo de la audiencia se apagó gradualmente. En primera fila, Enzo Costa ajustaba discretamente