Valeria sostenía el sobre entre sus dedos temblorosos. Su nombre escrito con aquella caligrafía que había aprendido a reconocer. Elegante, firme, ligeramente inclinada hacia la derecha. Como él. Como todo lo que Enzo hacía: con precisión, con intención.
El apartamento estaba en silencio. Solo el tictac del reloj y su respiración entrecortada. Había pasado una semana desde que lo vio por última vez. Una semana de noches en vela, de preguntas sin respuesta, de orgullo herido y corazón roto.
Rasgó el sobre con cuidado, casi con reverencia. El papel crujió entre sus dedos. Desdobló la carta y el aroma de Enzo la golpeó como una bofetada. Sándalo, bergamota y algo más. Algo que era solo suyo.
Respiró hondo y comenzó a leer.
*Valeria:*
*Siempre he odiado las cartas. Me parecen anticuadas, innecesariamente sent