Después del trabajo, Eric condujo directamente a la imponente mansión de sus padres. Sabía que la confrontación era inevitable, y la tensión que había flotado en el aire de la oficina lo había seguido hasta allí. Apenas cruzó el umbral, su padre, George, lo abordó con una solemnidad inusual.—Eric, hijo —empezó George, su voz grave y directa—. ¿Es cierto que te vas a divorciar de Tatiana, o son solo rumores sin fundamento?En ese instante, Jackeline, su madre, hizo su rápida aparición, sus ojos llenos de una mezcla de angustia y reproche.—No puedes divorciarte de ella, Eric —intervino Jackeline, su tono imperioso—. Hablarían todos de ti y de ella, ¡imagínate! Además, ustedes tienen una familia, un hijo…Eric no iba a andarse por las ramas, ni mucho menos a intentar suavizar la verdad. La paciencia se le había agotado. Miró a sus padres, sus ojos fijos, y soltó la bomba.—La verdad es que sí, me voy a divorciar de Tatiana —declaró, su voz firme y sin titubeos—. Y ella no ha sido más q
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