Rápidamente, los paramédicos llegaron y trasladaron al niño a un centro de salud cercano.
Por otro lado, Eric estaba absorto en una conversación con Isaac en una cafetería cercana. En un descuido, Isaac lo miró con los ojos muy abiertos.
—¡Acabaste de tomar un poco de mi batido! —exclamó Isaac.
Eric hizo una mueca de disgusto. —Solo le di una probada, y la verdad, sabe demasiado mal. No sé cómo puedes tomarte esto.
—No debiste hacer eso —dijo Isaac, con una expresión de preocupación—. Le puse algunas fresas.
En ese momento, el rostro de Eric cambió drásticamente. El pánico se apoderó de él. Las fresas. Era alérgico a las fresas, una alergia severa que lo había acompañado desde la infancia. La reacción no tardó en manifestarse: su garganta comenzó a picar, la respiración se le dificultó, y una opresión en el pecho le indicó que la alergia estaba haciendo de las suyas. Sabiendo lo que tenía que hacer, se apresuró a ir a un centro de salud para ser atendido.
Fue así como, casi una hora d