CAPÍTULO 43IRINANo debía estar allí. Ese día ni siquiera me correspondía cubrir el evento, pero cuando escuché que la empresa Belmont presentaría su nuevo coche híbrido supe que tenía que conseguir una invitación, costara lo que costara. Me aferré a esa idea con una insistencia casi desesperada y, después de varias súplicas, mi jefe terminó cediendo. Entendía que todos querían asistir a un evento así y me terminó haciendo el favor.Esa noche el lugar brillaba. Luces blancas, cámaras de televisión, periodistas ansiosos por obtener la mejor declaración, empresarios que fingían sonrisas, y famosos saludando como si estuvieran en la alfombra roja de alguna premiación. Todos parecían estar donde debían… excepto yo.No me interesaba el auto, tampoco la pomposidad de la fiesta. Yo solo estaba allí por él. Julián.Lo vi apenas llegué. Imponente, vestido de manera impecable, con ese aire seguro que lo distinguía entre la multitud. Y junto a él, como siempre, estaba Monserrat. O al menos… cas
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