CAPÍTULO 99MONSERRATDesde que Ignacio me contó la verdad, mi vida dejó de ser la misma. Intentaba mantenerme fuerte, organizada, enfocada… pero lo cierto era que vivía con un nudo en el pecho las veinticuatro horas del día. Cuidaba cada gesto, cada detalle, cada minuto que pasábamos juntos, y eso —aunque venía de un amor infinito— también empezaba a crear roces entre nosotros.—Montse —me dijo esa mañana, mientras ajustaba su corbata con la misma calma de siempre—. Te agradezco que estés tan pendiente, pero no soy un niño.Lo miré desde la puerta, con el corazón encogido.
Leer más